Evolución humana / Curiosidades
Primates, hominoideos y homínidos
El género Homo sapiens forma parte del orden primates, que
se caracterizan entre otras cosas por tener manos y pies con cinco dedos, dedo
pulgar oponible- excepto el de nuestro pie, que ha perdido esa capacidad-, uñas
en lugar de garras, visión estereoscópica, y un volumen craneal mayor. Dentro
del orden de los primates, nos ubicamos en la superfamilia Hominoidea, que se
divide en la familia Hominidae (la nuestra), y la familia Pongidae, en la que se
encuentran orangutanes, gorilas y chimpancés.

‘Eslabón perdido’
Aunque el término eslabón perdido está hoy en desuso,
refleja bien esa búsqueda del hombre para encontrar al primer homínido, ese
ancestro común entre humanos y chimpancés. Sabemos que nuestro linaje se separó
hace entre 5 y 7 millones de años y existen varios aspirantes a ocupar el
puesto del homínido más antiguo. Los más destacados son Sahelanthropus
tchadensis, Orrorin tugenensis y el género Ardipithecus, que es el que mayor
aceptación tiene en la comunidad científica. Durante mucho tiempo la comunidad
científica consideró que los ejemplares del género extinto Australopithecus
podían ser el ansiado eslabón perdido. Hoy sabemos que, aunque se relacionan
filogenéticamente con los humanos, no son el ancestro común, y que este se
remonta atrás en el tiempo casi el doble que el lapso que separa a humanos y
Australopithecus. Este género tiene una horquilla de antigüedad que va de 4,2 a
2,5 millones de años y dentro del mismo hay siete especies descritas, aunque
sobre algunas aún no hay consenso científico.
Australopithecus afarensis
La especie más famosa es, sin duda, Australopithecus
afarensis, y su individuo estrella es Lucy, encontrada en el año 1974 en el
desierto de Afar, en Etiopía. La importancia de este fósil radica en que en que
Lucy presentaba características que la hacían muy diferente a todo lo que se
había excavado hasta entonces, y en ese momento era el esqueleto más antiguo
conocido. Sus descubridores, conscientes de que habían encontrado algo
importante, lo celebraron por todo alto, y dicen que la canción Lucy in the sky
de los Beatles sonaba repetidamente durante el festejo. Como ya se ha
comentado, hoy sabemos que Lucy no era el ‘eslabón perdido’, pero seguramente
es el resto fósil más conocido del mundo, una suerte de estrella primitiva.

‘Paranthropus’
este nombre significa
‘al lado del hombre’: tras los Australopithecus, se dio una ramificación en dos
grupos: el género Homo y el género Paranthropus, cada uno con unas capacidades
concretas para permitirles subsistir en el medio en el que se movían. Este
género conserva algunos rasgos de Australopithecus como la reducida capacidad
craneal en relación al tamaño del cuerpo y el prognatismo – mandíbulas muy
salientes-. Uno de los nuevos rasgos es el desarrollo de un aparato masticador
muy potente que les va a permitir aprovechar recursos vegetales muy duros.

‘Homo georgicus’
Esta especie, cuya descripción no ha estado exenta de
polémica, se refiere a unos hallazgos hechos en Dmanisi, Georgia. Los restos
arqueológicos suponen un estadio evolutivo intermedio entre Homo erectus sensu
lato y H. habilis. Tiene una antigüedad de 1,8 millones de años, una estatura
de 1,5 metros y se le atribuye tecnología Olduvayense o Modo 1.

‘Homo antecessor’
Recapitulando todo lo explicado hasta entonces, parece que a
partir de Homo habilis surgieron nuevas especies con distinta localización
geográfica: H. erectus en Asia, H. ergaster en África y H. antecessor y H.
heilderbergensis en Europa.
El hallazgo de H. antecessor se produjo en el yacimiento
de Atapuerca en el año 1994 y supuso un
cambio de paradigma, si bien no estuvo, como todos los grandes hallazgos en
esta materia, exento de polémica. Hasta aquél momento se pensaba que los
primeros habitantes de Europa habían llegado hace alrededor de 500.000 años,
pero en Atapuerca se estaban encontrando indicios de que la ocupación humana en
este asentamiento tenía bastante más antigüedad.
La especie fue descrita en un artículo publicado en la
revista Science en 1997 y nos habla de una mezcla sorprendente de caracteres
primitivos y derivados. Medían entre 1,6 y 1,85 metros, pesaban entre 69 y 90
kilos y entre los rasgos primitivos destaca el aparato dental, que los
vincularía con especímenes africanos. Se les atribuye la tecnología del Modo 1.

‘Homo heildelbergensis’
Hablamos de la estirpe europea, y de una especie que tiene
mucha importancia para la comprensión de la evolución humana, pues es el
ancestro directo del hombre de Neandertal.
Existen fósiles de H. heildelbergensis con dataciones
comprendidas entre los 600.000 y 400.000 años, como la mandíbula de Mauer, y
otros hallazgos más modernos con cronologías comprendidas entre los 400.000 y
los 200.000 años, entre los que se encuentran diversos fósiles encontrados en
la Sima de los Huesos (Atapuerca). Eran humanos con una gran corpulencia física
y que poseían aparato finador, aunque su comunicación sería bastante diferente
a la que tenemos en la actualidad.

‘Homo neanderthalensis’
Sobre los
neandertales se ha dicho y escrito mucho, especialmente a raíz de los
últimos estudios de ADN que demuestran que, al menos de forma puntual, se dio
hibridación entre H. neanderthalensis y H. sapiens. Ambas especies convivieron
durante aproximadamente 10.000 años de años en el continente europeo hasta la
extinción de los neandertales, cuyas causas están todavía bajo debate. La
endogamia, el déficit nutricional o la competencia con los sapiens son algunas
de las hipótesis que se barajan.
En todo caso, parece que está superada esa visión clásica
que describía a los neandertales como individuos más parecidos a las bestias
que a los humanos. Durante más de 100.000 años habitaron varios continentes del
planeta y fueron capaces de adaptarse a condiciones muy extremas. Con los
neandertales el desarrollo tecnológico también dio un paso importante, y ya
hablamos del Modo 3 o Musteriense.

‘Homo sapiens’
Al igual que Homo neanderthalensis surgió en Europa a partir
de H. heilderbergensis, en el continente africano surgió H. sapiens. Hoy
sabemos que, al menos, nuestra especie tiene casi 200.000 años, como así indica
el hallazgo de Louis Leakey en Omo, al sur de Etiopía, en 1967.

‘Homo floresiensis’
El descubrimiento de Homo floresiensis en el año 2003 rompió
con un esquema que había sido una constante en todos los hallazgos relacionados
con la evolución humana: el proceso conducía a individuos cada vez más grandes
y con mayor capacidad craneana. Pero el también bautizado como ‘el Hobbit’ no
seguía este patrón: una morfología más similar a los australopitecus pero una
cronología muy reciente, que lo situaría en torno a los 18.000 años, y con una
tecnología propia sorprendentemente avanzada.
Mucho se ha discutido en cuanto a la interpretación de estos
restos, e incluso muchas teorías apuntaban a que no era una especie como tal,
sino que su morfología se debía a alguna patología. Sin embargo, cada vez hay
más consenso en afirmar que estaríamos ante un H. erectus que evolucionó y se
adaptó a las condiciones de la isla, modificando su morfología por un efecto de
la insularidad.

‘Homo naledi’
Homo naledi es la última especie descrita del género Homo,
pues el hallazgo tuvo lugar en Sudáfrica en el año 2013, y su descubrimiento ha
roto muchos esquemas. Hablamos de una mezcla de características humanas con
otras mucho más arcaicas, con una morfología muy humana pero una capacidad
craneana reducida y más cercana a los Australopithecus. Para colmo, parece que
estos individuos enterraban a sus muertos, por lo que tendrían una suerte de
pensamiento simbólico, característica que siempre se había atribuido a mayores
volúmenes de cerebro.

El hombre de Denisova
Hablamos del primer homínido identificado a través del
análisis de sus genes, y su taxonomía aún se encuentra bajo debate. Sabemos que
esta especie – o subespecie, aún hay discusión-, está emparentada tanto con
Homo sapiens como con H. neanderthalensis, por lo que su hallazgo, en 2008 en
la cueva de Denisova (Siberia), añade aún más emoción al panorama de la
prehistoria.
Posteriormente, en 2019 se identifican los restos de una
mandíbula hallada en la meseta del Tíbet como pertenecientes a esta especie
extinta. Los hallazgos se publicaron en la revista Nature y prueban que los
denisovanos se habrían extendido más allá de Siberia.
Además, hay evidencias de que los hombres de Denisova
hibridaron tanto con nosotros como con los neandertales: algunos pueblos
oriundos de Oceanía, por ejemplo, tienen en torno a un 5 % de genes
denisovanos.

‘Homo luzonensis’
En el año 2007 un equipo de científicos encontró en la isla
de Luzón, en Filipinas, unos restos con apariencia humana. Tras muchos años de
estudio, en 2019 se ha publicado la descripción de dicho hallazgo: los restos
corresponderían a una nueva especie de homínido, H. luzonensis, que vivió en
esta isla hace 67.000 años, y presentan una interesante mezcla de rasgos
primitivos y modernos.
Al igual que sucede con H. floresiensis, es muy posible que
el aislamiento provocado por su hábitat insular hubiera llevado a H. luzonensis
a evolucionar por un camino muy diferente al de H. sapiens y al de las otras
especies de homínidos con las que coexistió en nuestro planeta.
Más información: https://www.nationalgeographic.es/historia/los-conceptos-basicos-de-la-evolucion-humana
https://www.muyinteresante.es/ciencia/fotos/evolucion-humana-guia-para-entender-a-los-hominidos/17
Raquel Címbora Piñero
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